[...] Y así llegamos
hasta Los Albaricoques. Confieso que cuando me bajé del vehículo y el
del taxi se marchó, pasé a convertirme
de verdad en el personaje incógnito que
arriba en solitario al pueblo (aludiendo a los westerns… se entiende).
Ingreso al
Hostal Alba y al girar no puedo evitar una vitrina de vidrio donde se destaca
un colt Navy (reproducción al parecer), un reloj de bolsillo con la imagen de la
hermana de Mortimer y, en la pared algunos fotogramas de “La muerte tenía un precio”. Creo que estoy en el lugar correcto,
vuelvo a pensar en silencio mientras empujo la puerta que me saca al exterior y… me pongo a
observar los cerros que se emplazan a la distancia… Por extraño que parezca, no
hay sentimientos de nostalgia, todo me parece normal... todo me parece sin
misterio… Será porque soy… ¿El
forastero? No sé cuánto tiempo he estado
allí porque casi no pienso en nada… sólo me dedico a observar… En breve me
encuentro frente a la calle Clint Eastwood
y reconozco a qué locación corresponde en la película de Leone, además que en la
esquina han dispuesto un letrero vidriado con una escena de cómo se
ve en el film y algunas leyendas alusivas.
Y luego de
pedirle algunas referencias a Manuel, me marcho en dirección al Cortijo del Fraile. [...] Luego de una hora arribo al
Cortijo y lo he reconocido en forma inmediata a la lejanía mientras
me acercaba.
Observo un plantío de coles a la izquierda y otro de lechugas a la derecha del camino y, una vez allí, comienzo a buscar los ángulos y las locaciones con más exactitud. Su estado es realmente deplorable y a juzgar por unas fotos que había visto de hace 10 años atrás, estimo que en igual cantidad de tiempo será un montón de ruinas apiladas en el suelo… si es que no se hace algo pronto. En el patio trasero he dado con algunos lugares de los que aparecen en “La muerte tenia un precio” y, por más que lo intento no puedo dar con la pendiente donde el Indio le dispara a Cuchillo. [...] Al cabo de una hora comienzo a desandar el camino; Manuel me ha indicado otra locación (No tenia idea de que era por estos parajes) se trata de ¡La escena de introducción de Lee Van Cleef en “El Bueno, el Feo y el Malo”! la cual se encuentra casi a mitad de camino, en los llanos de doña Francisca para ser exactos.
Observo un plantío de coles a la izquierda y otro de lechugas a la derecha del camino y, una vez allí, comienzo a buscar los ángulos y las locaciones con más exactitud. Su estado es realmente deplorable y a juzgar por unas fotos que había visto de hace 10 años atrás, estimo que en igual cantidad de tiempo será un montón de ruinas apiladas en el suelo… si es que no se hace algo pronto. En el patio trasero he dado con algunos lugares de los que aparecen en “La muerte tenia un precio” y, por más que lo intento no puedo dar con la pendiente donde el Indio le dispara a Cuchillo. [...] Al cabo de una hora comienzo a desandar el camino; Manuel me ha indicado otra locación (No tenia idea de que era por estos parajes) se trata de ¡La escena de introducción de Lee Van Cleef en “El Bueno, el Feo y el Malo”! la cual se encuentra casi a mitad de camino, en los llanos de doña Francisca para ser exactos.
Cuando venia
pasé pero, no estaba seguro si se trataba del lugar correcto, según
indicaciones lo único que sobrevive es un monolito que formaba parte del
molinillo de agua que Antonio Ruiz hace
funcionar mientras monta el burro. El problema es que no cuento con ninguna
captura de la escena para comparar el paisaje ¡Diablos… que útil me habría
venido uno de esos pequeños reproductores de DVDs!
[...] Y le pido a Manuel
que me facilite el revolver de la vitrina para hacerme unas fotos por ahí… a lo
que este accede encantado. Aprovecho de preguntarle también donde esta la
esquina con los 4 impactos de balas; de los que me hablo con anterioridad.
Sucede que a uno de los tantos turistas que arriban al pueblo, le llamó la
atención la ausencia de los orificios dejados en una pared cuando el
Manco se parapeta en esta y, como estos no existían… fueron y los
hicieron…
[...] Nuestra
próxima parada es el Fort Bravo. Nada más entrar ya me
encuentro en otro mundo… en el lejano oeste italiano – almeriense… El poblado
es una maravilla porque se me presenta añoso y polvoriento y comienzo a
maldecirme por no haber traído el duster, el sombrero tipo vaquero para hacerme
unas fotos (por esas cosas del equipaje) pero, lo asumo, Lo primero que se
aprecia entrando a mano derecha son fachadas tipo mexicano donde destaca una
iglesia, una suerte de plaza con pileta y un jamelgo que mastica sus penas
entre las moscas.
Luego me voy
por la calle principal hasta el fondo donde se ha de desarrollar el
espectáculo. Hay aquí un salón con todas las de la ley y busco alguna buena
posición entre el escaso pero, llamativo publico. [...]
La puesta en
escena (que no excede los 30 minutos) raya la jocosidad y una vez finalizada se
invita a la concurrencia a compartir y tomarse fotos con los especialistas. El salón con
puertas batientes es alucinante y, según me explica una señorita que atiende en
la barra, mas tarde el show se presenta en el interior.
Y allá esta
otra vez Tabernas desde lo alto… y las nubes difusas que cubren el cielo…
y en mi panorámica… a la distancia, me parece ver un grupo de jinetes
cabalgando por una de las ramblas ¿Van detrás de alguien? ¿Acaban de efectuar
un asalto…? O… ¿Simplemente huyendo? ¡No! Son los espíritus de todos aquellos
que le dieron cuerpo a la leyenda del Western europeo y que ahora ya no están
en este plano físico.... ¡Diantres creo que la altura me esta afectando y la
realidad se me confunde con la imaginación!
¡Adiós Almería….!
¡Adiós….!
Extractos del relato de Christian Muñoz (Valparaíso/Viña del Mar, Chile) después de su visita por los lugares del cine de Almería y Granada.
Christian es miembro de Almeriacine desde el año 2006
Extractos del relato de Christian Muñoz (Valparaíso/Viña del Mar, Chile) después de su visita por los lugares del cine de Almería y Granada.
Christian es miembro de Almeriacine desde el año 2006
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