8 de agosto de 2012

Un chileno en el 'far west' almeriense

Para narrar el episodio vivido en tierras almerienses, tan solo me motivan la emoción y la añoranza de haber visitado, en forma fugaz, un lugar que ya es parte indeleble de las múltiples leyendas que se han forjado a la sombra del cine.
[...] Y así llegamos hasta Los Albaricoques. Confieso que cuando me bajé del vehículo y el del taxi se marchó, pasé   a convertirme de verdad en el  personaje incógnito que arriba en solitario al pueblo (aludiendo a los westerns… se entiende).

Ingreso al Hostal Alba y al girar no puedo evitar una vitrina de vidrio donde se destaca un colt Navy (reproducción al parecer), un reloj de bolsillo con la imagen de la hermana de Mortimer y, en la pared algunos fotogramas de “La muerte tenía un precio”. Creo que estoy en el lugar correcto, vuelvo a pensar en silencio mientras empujo la puerta que me saca al exterior y… me pongo a observar los cerros que se emplazan a la distancia… Por extraño que parezca, no hay sentimientos de nostalgia, todo me parece normal... todo me parece sin misterio… Será porque soy…  ¿El forastero?  No sé cuánto tiempo he estado allí porque casi no pienso en nada… sólo me dedico a observar… En breve me encuentro frente a la calle Clint Eastwood y reconozco a qué locación corresponde en la película de Leone, además que en la esquina han dispuesto un letrero vidriado con  una escena de cómo se ve en el film y algunas leyendas alusivas.

Entonces comienzo lentamente a transitar al compás de la música de Morricone (que mi imaginación aporta) La realidad se entremezcla con la ficción y más puede la magia del cine que el trabajo de elaboración pues… no se me pasa por ningún lado imaginarme las cámaras y todo el aparataje utilizado mientras filmaban. Al llegar al fondo un nuevo letrero y mi mente que se dispara buscando ángulos, y partes que el tiempo o los habitantes no hayan modificado… Por supuesto el pueblo es un poco más pequeño y seguramente la diversidad de lentes utilizados hizo lo suyo ante los requerimientos del director. La entrada trasera al pueblo (por donde llega el Indio) es fácil de distinguir ya que, aún crecen las pitas al borde de este. A continuación me voy en busca de la otra calle que, se encuentra paralela a esta y que han bautizado como Lee Van Cleef. Es la calle donde el Manco le dispara al árbol y al igual que la otra corre de este a oeste.

Y luego de pedirle algunas referencias a Manuel, me  marcho en dirección al Cortijo del Fraile. [...] Luego de una hora arribo al Cortijo y lo he reconocido en forma inmediata a la lejanía mientras me acercaba.


Observo un plantío de coles a la izquierda y otro de lechugas a la derecha del camino y, una vez allí, comienzo a buscar los ángulos y las locaciones con más exactitud. Su estado es realmente deplorable y a juzgar por unas fotos que había visto de hace 10 años atrás, estimo que en igual cantidad de tiempo será un montón de ruinas apiladas en el suelo… si es que no se hace algo pronto. En el patio trasero he dado con algunos lugares de los que aparecen en “La muerte tenia un precio” y, por más que lo intento no puedo dar con la pendiente donde el Indio le dispara a Cuchillo. [...] Al cabo de una hora comienzo a desandar el camino; Manuel me ha indicado otra locación (No tenia idea de que era por estos parajes) se trata de ¡La escena de introducción de Lee Van Cleef en “El Bueno, el Feo y el Malo”! la cual se encuentra casi a mitad de camino, en los llanos de doña Francisca para ser exactos.

Cuando venia pasé pero, no estaba seguro si se trataba del lugar correcto, según indicaciones lo único que sobrevive es un monolito que formaba parte del molinillo de agua que Antonio Ruiz hace funcionar mientras monta el burro. El problema es que no cuento con ninguna captura de la escena para comparar el paisaje ¡Diablos… que útil me habría venido uno de esos pequeños reproductores de DVDs!

[...] Y le pido a Manuel que me facilite el revolver de la vitrina para hacerme unas fotos por ahí… a lo que este accede encantado. Aprovecho de preguntarle también donde esta la esquina con los 4 impactos de balas; de los que me hablo con anterioridad. Sucede que a uno de los tantos turistas que arriban al pueblo, le llamó la atención la ausencia de los orificios dejados en una pared cuando el Manco se parapeta en esta y, como estos no existían… fueron y los hicieron… 



[...] Nuestra próxima parada es el Fort Bravo. Nada más entrar ya me encuentro en otro mundo… en el lejano oeste italiano – almeriense… El poblado es una maravilla porque se me presenta añoso y polvoriento y comienzo a maldecirme por no haber traído el duster, el sombrero tipo vaquero para hacerme unas fotos (por esas cosas del equipaje) pero, lo asumo, Lo primero que se aprecia entrando a mano derecha son fachadas tipo mexicano donde destaca una iglesia, una suerte de plaza con pileta y un jamelgo que mastica sus penas entre las moscas.


Luego me voy por la calle principal hasta el fondo donde se ha de desarrollar el espectáculo. Hay aquí un salón con todas las de la ley y busco alguna buena posición entre el escaso pero, llamativo publico. [...]
La puesta en escena (que no excede los 30 minutos) raya la jocosidad y una vez finalizada se invita a la concurrencia a compartir y tomarse fotos con los especialistas. El salón con puertas batientes es alucinante y, según me explica una señorita que atiende en la barra, mas tarde el show se presenta en el interior. 


Christian en Fort Bravo, Oasys y Lacalahorra
Y allá esta otra vez Tabernas desde lo alto… y las nubes difusas que cubren el cielo… y en mi panorámica… a la distancia, me parece ver un grupo de jinetes cabalgando por una de las ramblas ¿Van detrás de alguien? ¿Acaban de efectuar un asalto…? O… ¿Simplemente huyendo? ¡No! Son los espíritus de todos aquellos que le dieron cuerpo a la leyenda del Western europeo y que ahora ya no están en este plano físico.... ¡Diantres creo que la altura me esta afectando y la realidad se me confunde con la imaginación!

¡Adiós Almería….!  ¡Adiós….!

Extractos del relato de Christian Muñoz (Valparaíso/Viña del Mar, Chile) después de su visita por los lugares del cine de Almería y Granada.
Christian es miembro de Almeriacine desde el año 2006

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